Cuando se produce un desequilibrio, ya sea natural o artificial, como aguas residuales, contaminación con agroquímicos, mecanización excesiva e incluso alimentación con alimentos en mal estado, la presencia de agentes oxidantes o condiciones favorece la proliferación de microorganismos nocivos. En este proceso de multiplicación, los microorganismos neutros son inducidos a seguir a los dañinos, de tal manera que el equilibrio se inclina hacia el grupo oxidativo (dañino), donde las enfermedades se desarrollan fácilmente. Cuando se establece el desequilibrio, el medio ambiente se enferma, hay malos olores y la producción de gases nocivos y sustancias tóxicas. Un ejemplo de esto es cuando comemos alimentos en mal estado y luego experimentamos dolor de estómago. Esto significa que nuestro equilibrio interno está favoreciendo a los microorganismos nocivos.